Mensaje de Celia Quevedo

Nadie dimensionó lo que implicaría suspender las clases presenciales el 15 de marzo y optar por tener clases online.

Un desafío sin precedentes como comunidad escolar, sin embargo, asombrada y orgullosa del compromiso de toda la comunidad educativa que en tan solo tres días diseñó, organizó y veló por una entrega de contenidos y horarios acorde a la situación.
Durante este tiempo he podido como apoderada conocer y observar a todos los docentes que hacen clases a mis hijas y no queda más que reconocer y agradecer por el tremendo trabajo que cada uno de ellos realiza, no solo enseñan sino que hacen un trabajo individual y grupal de contención a nuestros hijos, preguntando ¿cómo están?, ¿Cómo está tu familia?, que no está mal sentirse triste, sin ganas o con incertidumbres, preocupados de sus abuelos y familiares. Tomar unos minutos para hablar con y entre sus pares. Mostrar que además de ser profesores, son padres, hijos, hermanos y que también están preocupados, que también están cansados.

Comprometerse y trabajar por la fraternidad espontanea que ha surgido durante estos meses al interior de los cursos y sus familias.

Sin dudar está modalidad ha generado una sobre carga de trabajo, agotamiento físico y mental en cada uno, directivos, docentes y no docentes, desde usar lo mejor posible las herramientas tecnológicas hasta innovar y crear clases atractivas, definir contenidos y formas de evaluar para y en beneficios de todos los alumnos.

Este desafío requiere sin duda del trabajo en conjunto Hogar – Colegio para obtener el máximo de provecho para los estudiantes, ya que como padres nos hemos vuelto en una especia de ayudante en sala desde nuestros hogares y escapa sin pensar el: que hablan tanto, ¿cómo lo hace en sala?, el profesor o la profesora lo repitió 4 veces y aún preguntan por no escuchar, ¡que paciencia!, etc. Valorando aún más su trabajo.

Creo que en estos cinco meses nos hemos hecho más Comunidad, obligados a mostrar nuestra intimidad hogareña, nos hizo sentirnos más cercas que distantes.
Convencida de que no es un año perdido, sino un año distinto, importante dentro de su aprendizaje para su preparación y desarrollo integral como personas.

Celia A. Quevedo Sanhueza
Apoderada